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Mujeres en el mundo laboral: La preocupante realidad que nos ha mostrado la pandemia
04 Mar, 2021

Mujeres en el mundo laboral: La preocupante realidad que nos ha mostrado la pandemia

Erika Linares, Directora Dimensión Social, AED

A mediados del año pasado, recibimos en el Facebook un mensaje privado, que decía, palabras más  menos: “¡Por favor! Si pueden dar capacitaciones sobre cómo distribuir el tiempo y cómo hacer para que una madre soltera, en teletrabajo a tiempo completo, pueda asumir los oficios del hogar, apoyar con las escuelas, cumplir con mi horario de trabajo y tener posibilidad de jugar un rato con mis niños”. Además de hacernos un puño el corazón, comenzamos a visibilizar que esta realidad tan angustiante que nos planteó nuestra seguidora era más común de lo imaginado.

Los resultados de la Encuesta de Uso del Tiempo de INEC en 2017 (ENUT 2017) evidenciaron que las mujeres asumen la mayoría del trabajo doméstico no remunerado y de cuidados en los hogares. De las horas semanales dedicadas a trabajo doméstico no remunerado, las mujeres asumían el 72,1%, según esta encuesta. En ese mismo estudio, se desglosaba que el cuido de personas dependientes, niños y niñas, enfermos recaía en un 80,4% en las mujeres, la limpieza de ropa y calzado en un 82%, la preparación de alimentos en un 78,2% y el cuido de personas menores de 12 años y de 12 años o más recaía en un 65% sobre los hombros de las mujeres.

Definitivamente, la pandemia del COVID-19 es la crisis de salud global que define nuestro tiempo, ante esto los gobiernos han tomado medidas sin precedentes para evitar un contagio masivo y el consecuente colapso de los sistemas sanitarios y de cuido. La vida cotidiana de las personas se ha visto dramáticamente alterada, al igual que toda la dinámica económica, social y productiva de nuestras sociedades y las mujeres han recibido un impacto negativo mucho más profundo.

Medidas como la suspensión temporal de actividades económicas formales e informales, el cierre de fronteras, restricciones al movimiento de personas, establecimiento de porcentajes máximo de personas en locales y en general el distanciamiento físico preventivo, han afectado la productividad de muchas empresas, de todo tamaño, las cuales han tenido que prescindir de muchas personas colaboradoras. Los datos nos muestran que en su mayoría han sido mujeres.

La tasa de desempleo de las mujeres se ha disparado durante la pandemia hasta el 30% en el segundo trimestre de 2020, frente al 15% de hace un año, según la Encuesta Continua de Empleo publicada por el INEC. Esto representa un aumento de 120.000 mujeres desempleadas en el último año. La tasa de desempleo de mujeres es 10 puntos porcentuales superior a la tasa de desempleo de los hombres.

Además del aumento del desempleo, 110.000 mujeres han abandonado la población activa. La tasa de participación neta femenina se redujo en 6,2 puntos porcentuales a 44,6%. La participación neta masculina también ha disminuido, pero en menor proporción, y se sitúa en el 70,5%.

Esto se explica por una división sexual del trabajo en la cual las labores de cuido y domésticas han sido tradicionalmente asignadas a las mujeres en mayor medida que a los hombres. Las mujeres se dedican mayormente a oficios y profesiones relacionadas con la educación y el cuido, así como las actividades de servicios como comercio y restaurantes, que han sido más golpeadas por la emergencia sanitaria.

No podemos olvidar que las mujeres están en la primera línea frente al COVID-19, enfermeras, cuidadoras en las casas, en hogares de personas adultas mayores,  y esto afecta sus posibilidades de incorporarse en el trabajo remunerado.  

En el caso de las mujeres emprendedoras o empresarias, sucede similar en cuanto a afectación.  Según un estudio publicado en mayo de 2020 por el Ministerio de Economía, Industria y Comercio de Costa Rica (MEIC), las PYMEs se han visto particularmente afectadas por la crisis. El efecto directo principal e inmediato está en las ventas. La mitad de las personas emprendedoras entrevistadas afirma haber experimentado una reducción en las ventas de más del 75% en abril de 2020 respecto al mes anterior. Solo el 2% había logrado mantener o incluso aumentar el nivel de sus ingresos mensuales por la venta de sus bienes y servicios. Los impactos reportados son mayores a medida que disminuye el tamaño de la empresa. Las empresas propiedad de mujeres tienden a ser micro y pequeñas empresas en sectores tradicionales de bajo valor agregado y las barreras que normalmente afectan su crecimiento, incluido el acceso limitado al crédito, a las redes y canales comerciales y a la tecnología, también limitarán su posibilidad de sobrevivir a la crisis actual.

Finalmente, preocupa a las autoridades un aumento en la violencia intrafamiliar ya que mayores niveles de estrés, inseguridad económica y alimentaria, disminución de ingresos y desempleo, puede aumentar significativamente los niveles de violencia contra las mujeres y las niñas y niños en el ámbito doméstico.

No tenemos una capacitación sobre cómo hacer que las mujeres puedan hacer mil cosas en un solo día, solamente somos vehementes en el llamado a la acción, para que todos los sectores,  y especialmente las empresas, identifiquen estrategias y acciones que contribuyan a un cambio cultural, a una gestión empática, que acelere el cierre de brechas que en nuestra época ya son inaguantables.

Referencias para la lectura

 

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